25 de abril de 2024

La importancia de evitar distanciarnos de nuestros hijos

Con el estilo de vida que llevamos, cada vez nos encontramos mucho más ocupados y sin tiempo para dedicárnoslo a nosotros mismos y a los que más queremos. En todo esto, se encuentran nuestros hijos, los principales afectados que ven cómo sus padres se van distanciando cada vez más de ellos. Cuando pensamos en tener hijos, valorar si les podemos dar una estabilidad económica y encontrar una respuesta afirmativa es importante a la hora de dar el paso. Pero, no olvidemos que antes de la estabilidad económica tenemos que valorar si podemos y estamos dispuestos a compartir tiempo de calidad con ellos. Podemos darles ropa, alimentos, un cuarto impresionante repleto de juegos y juguetes pero si no tienen con quién jugar o quién comparta todo esto con ellos, el resultado final no tiene sentido y es igual a no tener casi nada.

Un hijo da un montón de alegrías pero también nos plantea un montón de retos. Preguntas y más preguntas, para las que a veces no tenemos la respuesta pero que de alguna manera tenemos que responder con ellos. Para eso, tenemos que escucharlos, conocerlos y trasmitirles con nuestro cariño que pueden contar con nosotros, que puedan hacerlo con los abuelos, los hermanos, los tíos, primos, etc. y está bien, pero a los que más necesita es a sus padres.

Es normal que el tiempo con los hijos disminuya cuando nos encontramos ante un proyecto importante o con mucha carga laboral. El problema es si cuando tenemos un espacio libre lo aprovechamos o, en realidad, lejos de aprovechar ese tiempo, lo erminamos desechando. Este es un problema bastante común. Creemos que nunca tenemos tiempo, cuando realmente deberíamos ver cómo podemos ser más productivos y aprovechar al máximo las horas que tenemos para nosotros mismos. Es cierto que, como padres, nuestro trabajo también se encuentra en casa: limpiar, preparar la comida, bañar y vestir a los hijos… Todo esto nos ocupa tiempo, nos sentimos agotados y lo único que buscamos es poder descansar. Pero, nuestros hijos merecen atención y debemos hacer un esfuerzo por brindarles algo de ese tiempo que tenemos para centrarnos en ellos. Es complicado, muchas veces creemos que no tenemos tiempo, cuando en realidad es má bien un «no querer» que un «no poder».

Quizás pensar en todo lo anterior no sea tan grave o eso es lo que buscamos creer. La verdad es que podemos estar provocando en nuestros hijos el tan temido y acusado síndrome del padre ausente, donde aunque el padre esté presente, se encuentra inaccesible emocionalmente. Nuestra sola presencia no basta para nuestros hijos. Debemos estar ahí para ellos, hablar, comprenderlos, compartir cosas, soñar juntos. Es muy importante tener esto en cuenta si no queremos que nuestros hijos empiecen a desarrollar conductas que no nos agradan, como pueden ser:

  • Problemas para respetar las normas o la autoridad en todos los ámbitos.
  • Incapacidad para hacer un trabajo hasta el final.
  • Indisciplina y falta de voluntad.
  • Conductas abusivas con los compañeros.
  • Falta de sinceridad.

Aunque no lo creamos, todos estos problemas que intentamos solventar gritando y castigando tienen un solo origen: nosotros mismos. Estamos haciendo mal muchas cosas, pero no nos damos cuenta. No debemos ser padres ausentes, debemos ser padres presentes. De nada sirve vivir trabajando para darle todo lo “mejor” a nuestros hijos. Cuando ellos crezcan, no recordarán los regalos y los juguetes, sino todos los buenos y divertidos momentos que pasaron con nosotros.

Los problemas anteriormente mencionados ya son graves y difíciles de solventar, pero el desarrollo cerebral de nuestros hijos también puede verse gravemente afectado por un comportamiento distante. Esto no es una afirmación dicha al azar, es el resultado de un estudio que realizaron los investigadores de la Sichuan University. En este estudio se llegó a la conclusión de que aquellos niños que pasan mucho tiempo sin sus padres, sin mantener un verdadero contacto, sin establecer un vínculo emocional, sin pasar tiempo juntos de verdad, manifiestan un retraso en el desarrollo cerebral. El cerebro se vuelve inmaduro. Aquellas áreas del mismo relacionadas con las emociones no están debidamente desarrolladas y, por lo tanto, hay una respuesta deficiente en cuanto a estos estímulos al que los niños no han estado expuestos. Podemos pensar que esto solo tiene que ver con las emociones, cuando realmente va mucho más allá. El estudio también determinó que tener padres ausentes puede provocar graves problemas de aprendizaje, así como un coeficiente intelectual mucho menor.

En ocasiones, no hay ninguna diferencia entre unos padres que no pasan tiempo con sus hijos a aquellos que casi nunca los ven. Lo importante es saber acercarnos a ellos, compartir cosas, hablar y prestarles atención. El problema de los adultos es que consideramos que nuestras preocupaciones son más importantes cuando, en realidad, no hay nada más importante que estar ahí para nuestros hijos.