7 de mayo de 2024

Claves para comunicarle a nuestro hijo un hecho importante

Los niños en muchas dimensiones no encajan en el molde de adultos en pequeño. Su mente tiene unas cualidades muy particulares que es bueno tener en cuenta a la hora de comunicarnos con ellos… y de hablar de grandes cambios.

Mudarse de domicilio, cambiar de ciudad, el nacimiento de un hermanito pequeño, la muerte de un ser querido o una mascota muy querida… Hay muchas variables que, como padres, no siempre podemos controlar. Y eso, como es lógico, afecta a los niños, que viven más tranquilos y seguros aferrados a sus rutinas y hábitos. Por eso, explicar un cambio importante a un hijo, a un pequeño bajo nuestra tutela, no siempre es fácil.

Nuestros niños pueden aceptar los cambios y, de hecho, deben hacerlo cuanto antes y de la mejor manera posible para que estos no tengan una incidencia negativa en su desarrollo temprano. En esta situación, un paso clave que todo padre, docente o tutor tiene que dar es la comunicación.

Si pudiéramos entrar en la mente de un niño cuando recibe la noticia de que va a sufrir un cambio importante, podríamos observar la cantidad de inquietudes que pueden asaltarle. Todo ello le genera miedo, inseguridad, ansiedad, etc. Imagina que tienes que comunicarle a un niño que ha muerto su mascota, se cambia de casa o se va a otro colegio. Aparecerán preguntas como: ¿no volveré a ver a mi perrito? ¿Ahora me quedaré sin amigos? ¿Ya no estaré más con mis profesores? ¿Dónde voy a dormir?

Los niños no cuentan con tantos recursos para la gestión emocional como un adulto -con independencia de su experiencia vital, su corteza prefrontal todavía no se ha terminado de formar-. Así pues, por más que cuidemos la comunicación, es probable que les asalten el miedo, la ansiedad o la sensación de falta de control después de recibir una mala noticia. No obstante, en nuestra mano está minimizar su impacto y trasformar la gestión de las consecuencias emocionales en un estímulo para su crecimiento.

Vamos a ver algunas opciones y tareas que tenemos a nuestra disposición para que los niños se adapten a los cambios sin que les resulten excesivamente molestos, contradictorios o dolorosos.

Reunir información

El conocimiento reduce la incertidumbre y, por lo tanto, el miedo. Así pues, ante un cambio importante, darle una cantidad de información mínima y escapar de sus preguntas no va a ayudarle. Si es un cambio de casa, de ciudad o de colegio, por ejemplo, muéstrale a qué atenerse, qué puede esperar, qué hay de bueno en la nueva ubicación, etc. Estos detalles le ayudarán a reducir su inquietud.

Mantener una comunicación abierta

Mientras dure el proceso de cambio, será necesario que estemos siempre disponibles para el niño. Recordemos que los pequeños necesitan de un periodo de adaptación, por lo que siempre deberían contar con un espacio o un momento en el que tengamos atención plena hacia sus inquietudes, dudas y preguntas. Durante esta fase, como adultos, estaremos atentos a la recogida de pruebas y señales. Si en algún momento observamos que tiene problemas, es interesante actuar, aunque no nos lo pidan. También es bueno comentar con los pequeños nuestras propias dudas e inquietudes. Así verá que sus temores no son infundados y que es algo normal. De hecho, lograremos que se sincere más y mejor con sus padres o tutores.

Estimular su curiosidad

La curiosidad hará que sea más fácil para nosotros trasmitirle los puntos positivos del cambio. Por eso, la labor de comunicación de cambios comienza mucho antes de que estos se produzcan. La educación es en sí una preparación, una anticipación. Así, fomentar la curiosidad estimulará una actitud positiva hacia lo nuevo. En este sentido, es muy positivo que los niños cuenten con una rutina, tanto en el espacio como en el tiempo, que les sirva de referencia. Sin embargo, no está mal introducir cambios de vez en cuando o sacar partido de los imprevistos para ensayar con ellos herramientas de afrontamiento para cambios más grandes.

Buscar un consenso

Como progenitores, hemos que tener claro que toda decisión que tomemos no nos afecta únicamente a nosotros. Por eso, en un ambiente familiar o grupal, es importante alcanzar los máximos consensos. En este sentido, seremos los adultos quienes tomemos las decisiones, pero a los pequeños les ayuda saber que escuchamos y tenemos en cuenta lo que ellos piensan. Así, hay cambios drásticos o importantes que afectarán a los niños y que se pueden comentar, matizar y elegir. Otros, como la muerte de un ser querido, por ejemplo, no. Así pues, dentro de las posibilidades, tratar de consensuar las acciones a seguir.

Acto de despedida

Podemos optar por organizar algo lúdico o, en su defecto, afectivo. Una especie de despedida de lo que se queda atrás y ya no volverá. Así pues, este acontecimiento marcará un fin, pero también un nuevo comienzo. No siempre es fácil explicar un cambio importante a un niño, sobre todo si es una notica importante, como la muerte de alguien querido. Aun así, estas herramientas que te proponemos te pueden ayudar a que esta fase sea superada con éxito por el pequeño.