19 marzo, 2024

El carácter y la personalidad de los chicos según el orden de nacimiento

Es bien sabido que no existen dos niños que hayan tenido exactamente los mismos padres, aunque pertenezcan a la misma familia. Esto sucede porque los papás, como seres humanos, evolucionamos con el tiempo y las experiencias de la vida y, adquirimos diferentes conductas con cada uno de nuestros hijos. En consecuencia, los hijos aprenden una manera de percibir y sentir al mundo a través de la conducta de esta figura materna-paterna.

Aunque no nos parezca, la realidad es que si tenemos 3 hijos, la crianza del primero no será idéntica a la del último. No sólo influye el hecho de que nosoros, como adultos y padres, hemos cambiado y somos diferentes (de ahí que criar al último hijo nos agarre más agotados pero con mayor experiencia adquirida porque hemos «practicado» con nuestros hijos anteriores), también influye el ambiente, el entorno (el primer hijo no tiene hermanos …el último ya nace conviviendo con más miembros en su familia). De modo que, aún si los hermanos comparten experiencias de vida, la realidad es que cuentan con diferentes visiones cosmogónicas (debido a las diferencias en la crianza de los padres).

De ahí nace la teoría sobre el efecto del orden de nacimiento en la personalidad de los individuos, del reconocido psicólogo Alfred Adler, apoyada por otros teóricos como Frank Sulloway y Delroy Paulhus. Esta teoría cree que el orden de nacimiento de las personas influye en la personalidad de cada uno de los hijos. Por lo que, si eres el hijo mayor tendrás una personalidad diferente al hijo del medio y al menor.

Con nuestros hermanos no sólo compartimos rasgos genéticos, sino también experiencias de vida que, luego, nos han permitido desarrollar creencias y costumbres únicas de nuestra propia familia o pequeña tribu. Podríamos decir que siempre compartiremos con ellos un vínculo de empatía y comprensión acerca de los aciertos, errores, travesuras, anécdotas varias de la crianza de nuestros padres.

EL HIJO MAYOR:  tiende a ser líder y responsable. Y es que, al reflejar una versión miniatura de sus propios padres, suelen ser seguros, muy conscientes, organizados, estructurados, cautelosos, controladores, triunfadores, responsables, y se suelen comportar muy bien. Al haber sido los primeros, sus padres pusieron tanta atención sobre ellos cuando eran los únicos niños en la casa, que tienden a ser mucho mas responsables, cuidadosos, equilibrados y confiables que sus hermanos. Son, en cierta, forma, una proyección de sus padres. Con sus hermanos actúan como si fuesen mini-padres, por lo cual intentan dominar a sus hermanos acostumbrándose a ser guías de los demás desde que asumieron ese papel con sus hermanos. De acuerdo con los estudios realizados al respecto, los hijos mayores logran muchas cosas, buscando la aprobación de los demás; por lo que tienden a ser dominantes, exigentes, algo callados, muy observadores,precisos, detallistas y perfeccionistas. Están orientados hacia objetivos, quieren el control total y tienen la necesidad de ganar y salir victoriosos en todo. Por lo general, tienen un mejor desempeño en carreras de liderazgo como leyes, medicina y gerencias.

EL HIJO DEL MEDIO:  tiende a ser social y negociador. El comúnmente llamado «la oveja negra» de la familia, o el «conflictivo», con frecuencia, puede sentirse relegado al pensar que sus padres prestan atención al hijo mayor o al menor. Este tipo de pensamientos puede generar que sean algo rebeldes, querer agradar, buscar el tener un círculo social grande. Son pacificadores, comprensivos, cooperativos, flexibles, competitivos, y tienen un tema con los límites: a los padres les cuesta ponérselos y que ellos los acepten fácilmente. Y es que, los hijos del medio sienten no haber recibido la suficiente atención necesaria por parte de sus padres, por lo que procuran compensar esa descompensación con su grupo de amigos muy cercano (el cual sienten como si fueran parte de su familia). Otra característica de este grupo es que, para evitar el conflicto y la competencia directa, ellos se dirigen hacia una dirección opuesta a la de sus hermanos. Por eso, tienden  a ser complacientes con la gente y por lo general odian la confrontación, generando una gran capacidad de negociación. Esta habilidad la van desarrollando desde pequeños, una vez que entienden lo que tienen que hacer para ganar la atención de sus padres. Son expertos en ver los dos lados de un problema y siempre tienen ganas de hacer felices a todos.

EL HIJO MENOR:  tiende a ser simpático, extrovertido, sociable, gracioso y seductor. Además suelen ser los más independientes y de espíritu libre, ya que los padres, con mayor experiencia en la crianza, les brindan mayor libertad (e inclusive, responsabilidades). Por lo que aprenden a ser adorables, manipuladores, egocéntricos, autónomos, sociables y algo caprichosos. Los hijos menores disfrutan de unos padres con mayor experiencia profesional, menos exigentes y confiados; por lo que tienden a generar un estilo más creativo y relajado, pero al mismo tiempo, tratan de llamar la atención permanentemente, generando una personalidad llena de carisma y simpatía. Si bien son personas alegres y extrovertidas, tienden a aburrirse rápidamente y poseen un fuerte miedo al rechazo y poca capacidad de atención. Debido a sus habilidades con la gente, los nacidos al último pueden ser muy buenos manipuladores.

¿Qué sucede con el hijo único?

El hijo único tiende a acaparar toda la atención y recursos de sus padres durante toda su vida. Son maduros para su edad, perfeccionistas al extremo, hiperresponsables, diligentes, líderes. Se sienten cómodos con otros adultos (incluso más que con sus pares), son más verbales e intelectuales, ingeniosos y creativos. También, suelen ser algo egocénricos y caprichosos (en caso de que los padres les den todos lo gustos pero ser el «único»). En muchos aspectos, son muy similares a los primogénitos, pero llevan sus cualidades al extremo. Son líderes natos y tienden a ser muy perfeccionistas, conservadores y organizados. Son complejos, algo complicados y difícíles de manejar. Suelen ser implacables, muy exigentes y odian admitir que están equivocados ya que, por lo general no aceptan bien las críticas.