20 de abril de 2024

Endometriosis y embarazo

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Se estima que en el mundo existen unas 200 millones de mujeres pero muy pocas saben que la padecen. Enmascarada dentro del cuerpo, se instala y avanza. Pero ¿qué es? Su nombre proviene del endometrio, que es el tejido que recubre la parte interior del útero y crece todos los meses. Cuando no se produce un embarazo, este tejido se elimina junto con la menstruación. En algunas mujeres, por causas desconocidas, estas células endometriales pueden ir hacia atrás y quedarse en las trompas o en diversos lugares del cuerpo: crecen y sangran durante la menstruación en la zona donde se afincaron y producen inflamación y cicatrices que adhieren a los órganos entre sí.

La endometriosis es una enfermedad crónica y benigna, no se cura pero es controlable. No existen estadísticas; se calcula que en la Argentina hay alrededor de un millón de mujeres que la padecen. Puede empezar en algún momento desde la primera menstruación hasta la menopausia. Si se la descubre a tiempo se puede revertir, pero el gran problema es que se tarda entre 7 y 12 años en ser diagnosticada porque es difícil de detectar y porque muchos médicos no la conocen. Mientras no se la detecta, la enfermedad puede avanzar y traer otras complicaciones. En algunas ocasiones puede localizarse en cicatrices quirúrgicas, intestinos, recto, vejiga, vagina y hasta llegar a los pulmones.

Si bien algunas mujeres que la padecen no presentan síntomas, la mayoría siente un dolor tan intenso al menstruar que les impide continuar con su vida cotidiana. Lo peor es que al consultar muchas veces les dicen que es normal, que tienen un umbral de dolor muy bajo y las mandan al psicólogo. Pasan unos diez años aguantando estos padecimientos y cuando quieren tener hijos no pueden, porque uno de los síntomas de la endometriosis es, justamente, la infertilidad.

Diagnostico y tratamiento

En algunos casos puede ser detectada mediante una resonancia magnética o una ecografía transvaginal, pero eso dependerá de si la endometriosis no está demasiado escondida y si el médico que realiza los estudios sabe de qué se trata. El diagnóstico certero lo brinda la laparoscopía, una intervención quirúrgica que consiste en introducir, mediante una pequeña incisión en el abdomen, una camarita con la que el especialista observa la zona afectada y quita los tejidos y los quistes que se hayan formado.

Otro tratamiento efectivo son los anticonceptivos. El gran inconveniente es que la endometriosis muchas veces se detecta porque se ha estado buscando un hijo que nunca llegó y los anticonceptivos detienen la enfermedad, pero también generan mucha angustia porque esa mujer quiere ser madre. Por este motivo se están llevando a cabo estudios con diferentes drogas en busca de un tratamiento que no impida la fertilidad. Hasta ahora el más prometedor es el resveratrol, un antioxidante natural que se publicita como “la droga de la vitalidad” y es de venta libre. Ha sido muy efectivo en cultivo de células de pacientes, pero aún no se han podido llevar a cabo los ensayos clínicos.

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Algunas mujeres pueden tener endometriosis y no sentir nada, pero muchas sufren algunas manifestaciones por las que deberían consultar con un especialista. Estas son:

• Períodos menstruales muy dolorosos.

• Dolor abdominal bajo antes y durante la menstruación.

• Calambres por una o dos semanas antes y durante la menstruación. Pueden ser permanentes y muy intensos.

• Dolor durante la relación sexual.

• Dolor al defecar durante la menstruación.

• Pueden presentarse en cualquier momento dolores en la pelvis y lumbago.

• Tener períodos menstruales frecuentes o con mucho sangrado o que duran siete o más días.

• Fatiga.

• Problemas de fertilidad.

• Antecedentes familiares.

La gravedad de la endometriosis se clasifica según dónde se localizan los tejidos invasores, su diámetro, profundidad y densidad de las adherencias, y se determina mediante una laparoscopía.

Se dividen en diferentes tipos de grados:

• Grado I –Mínima: los implantes endometriósicos se presentan aislados y sin adherencias.

• Grado II – Leve: los implantes son superficiales y están adheridos o diseminados sobre la superficie del peritoneo y ovarios.

• Grado III – Moderada: hay tejidos múltiples superficiales o invasivos. Adherencias alrededor de las trompas.

• Grado IV – Severa: implantes múltiples, superficiales y profundos con grandes quistes.