19 marzo, 2024

Para los chicos es bueno ensuciarse

Por lo general, a las madres nos cuesta dejar que nuestros hijos prueben por ellos mismos, que se equivoquen y sufran y, tampoco nos agrada que se ensucien. Sin embargo, un estudio asegura que dejarlos probar, inventar y mancharse, los prepara para el resto de sus vidas.

Los padres tienden a automatizar el «no», y quieren que los chicos sean limpios, prolijos, que estén alineados, no digan malas palabras, que eviten comer con las manos, etc. A pesar de ello, lo único que logran es limitarlos, coartarlos y transformarlos en una especie de arbolito «bonsai». El pequeño se ve autolimitado y sólo hace aquello que sabe hacer. Cuando los dejamos enchastrarse, experimentar, descubrir, ensuciarse, equivocarse, inventar, crear…los estamos ayudando a que desarrollen la imaginación, la curiosidad y la creatividad, la determinanción para perseverar,para ser constantes y esforzarse. Les brindamos armas para que desarrollen la confianza en sus habilidades y decisiones.

Hay que acostumbrarse a repetir frases como: «probá, no te preocupes», «sí, genial», «dale, está todo bien», en lugar de las conocidísimas «quedáte quieto», » no te ensucies», «mirá, pero no toques», «cuidado…así no se hace…»

¿Por qué los papás tenemos automatizados el «NO»?

Los papás no queremos que nuestros hijos sufran, que se frustren, que la pasen mal, y por eso estamos atrás todo el tiempo, dirigiéndolos, más que guiándolos. Pero, al final, los terminamos sobreprotegiendo de tal manera que terminan siendo niños «frágiles». Las mamás deben aprender a ver cuántas de las cosas que impiden son por mandatos previos y cuántas porque realmente eso no se hace. Hay que modificar ese modo automático y pensar simplemente «no importa que te embarres, tiene solución».

En definitiva, todo depende de nuestro sentido común. En las cuestiones de ética, salud y seguridad, hay que seguir diciendo que no. pero la mayoría de las cosas no se relacionan con ello. Y los padres terminan diciendo que «no» a cosas que no justifican y que coartan el crecimiento. Ahora, sí es obvio que un chiquito debe darle la mano a un adulto para cruzar la calle, y que no puede salir sin abrigo si afuera está nevando o hace mucho frío o estuvo enfermo. Hay cosas que no pueden ser negociadas.

Dejarlos hacer ensayos y equivocarse es lo que los prepara para la vida, porque aprender con la práctica significa «ensuciarse». Dejarlos actuar tiene que ver con respetarlos, y la clave del respeto es ponerse en su lugar y entender por qué se enojó. Decirles: «Está bien lo que pensás, lo que sentís, lo que deseás, pero no pegues», por ejemplo. Porque si sólo le decís «no pegues», lo estás reprimiendo. Para que el chico aprenda a llevar una taza de leche, hay que estar dispuestos a que la taza se vuelque , porque hasta que no le suceda, no va a aprender a llevarla sin derramar nada. Y, cuando se queme, va a tener más cuidado. La vida tiene muchos ensayos y errores.

Las prohibiciones afectan la vida entera. Si no tienen iniciativa, creatividad y no pueden pensar que lo que sale de adentro de la cabeza es bueno, estarían en problemas. Los chicos tienen que salir al mundo diciendo: » Voy a cambiarlo, puedo equivocarme y no importa». Un chico que se lanza a hacer algo y la mamá le dice que no todas las veces, pierde la confianza y la determinación. Es como si uno fuera con el freno de mano puesto.

Hoy hay un modelo demasiado exitista. hay un modelo de ir directamnete a las cosas bien hechas y, si no les salen en el primer intento, se frustran. Los padres tienen que aprender que la experimentación y el enchastre son sanos para el desarrollo de sus hijos, que contar mas cuentos inventados sirve para aprender y resolver temas de la vida diaria, que hay que tolerar las imperfecciones, hacer regalos caseros, permitir los ensayos de funcionamiento independiente sin preocuparse por los resultados (cabello mal enjuagado, camisa mal abotonada, peinado desprolijo, etc).