19 de abril de 2024

Los adolescentes y el egocentrismo

Hay que recordar que un adolescente se encuentra en una etapa del desarrollo en las que ocurren diversas alteraciones biológicas que inciden en su pensamiento y en su mundo emocional. Por lo tanto aún no han definido su personalidad ni han logrado adquirir una autopercepción clara. En este sentido, para ellos todo gira a su alrededor. La presión que les genera la incertidumbre más las diversas formas de adaptación social hacen que puedan llegar a desarrollar el egocentrismo como un mecanismo de defensa, más o menos inconsciente, según el caso. Por supuesto, si se les refuerza esta actitud terminarán por creer que son el centro de atención del mundo y que sin esto, no están completos. Razón por la cual es importante mantener la perspectiva y establecer límites de forma saludable para evitar que esto pase a ser un problema el día de mañana.

Etapas de la adolescencia

  1. Adolescencia temprana. Desde los 10 a los 13 años. Se endurece el carácter y aparece la rebeldía. Se forman amistades, por lo general del mismo sexo.
  2. Adolescencia media. Se da entre los 14 y los 16 años. Se depuran los grupos de amigos, comienza el interés por la pareja y el pensamiento abstracto. El chico se vuelve más comprensivo.
  3. Adolescencia tardía. Entre los 17 y los 19 años. Se dan las primeras relaciones de pareja y contactos sexuales. El joven ya estudia o trabaja, por lo que las relaciones se apaciguan y es menos crítico.

Hasta cierto punto es normal que un joven se muestre incomprensivo, malhumorado, voluble y se sienta incomprendido. Asimismo, es muy común que manifieste preocupación por su apariencia, hable constantemente de sí mismo y busque ser aceptado a través de distintas formas (comportamientos y actitudes). Esto es parte del proceso de autonocimiento y aprendizaje social. Un adolescente procurará distinguirse y ser la excepción con respecto a los demás. Esto les genera cierta sensación de seguridad y forma parte de la construcción de la confianza y la valoración propia. No obstante, esta distinción puede llegar a ser excesiva y caer así en el egocentrismo.

Un aspecto central para el adolescente es la imagen. Tanto el aspecto como el peso, la estatura y la moda son elementos centrales en la construcción y comunicación del tipo de persona que se quiere ser. Además, la necesidad de independencia también resulta una parte central de este proceso. Por naturaleza, el ser humano se desprende emocionalmente de sus progenitores a medida que crece. Los adolescentes se encuentran en un punto crucial.

Los pensamientos ya no se focalizan en el ejemplo o la opinión de los padres, sino que lo primordial pasa a ser lo que él mismo piensa y decide. Esto va acompañado del desarrollo del pensamiento abstracto que le permite al joven ser más crítico y analítico de las cosas que le rodean. En resumen, lo que desean es aceptación y atención. Por consiguiente tratan de ser eso que buscan o que saben que al otro le agrada; y por eso es imprescindible estar pendiente de cada detalle de nuestra forma de ver y de actuar. De todos modos, simular ser alguien para agradar a otros no es bueno, ya que es ahí cuando se dan las crisis de identidad.

Ser egocéntricos puede llevar a los adolescentes a poner sus intereses por encima de los demás, creerse el centro de atención o a considerar que siempre tienen la razón. Es lógico que esto pueda molestar, pero debemos interpretarlo como lo que es: una fase más de su vida. El primer consejo para sobrellevar el egocentrismo en la adolescencia de nuestro hijo es no confrontar con agresividad sino con respeto y astucia. De esta forma, no les crearemos ni alimentaremos sus inseguridades. Hay que ser comprensivos, abiertso y, mostrarnos en personas en quienes puede confiar. Sin presionar, por supuesto. También, es necesario imponer límites porque ser comprensivo no significa ser permisivo en todo momento. Si bien es cierto que no siempre tendrán una reacción positiva, es necesario que nos mantengamos firmes. El día de mañana estará agradecido.

Es bueno poder ser capaces de disfrutar de esta etapa de nuestros hijos/as porque también aporta alegría y diversión. Aprender a ser cómplices, amigos, consejeros y un apoyo de una manera distinta a como lo habíamos hecho en la infancia. Quien diga que ha atravesado la adolescencia haber caído en el egocentrismo probablemente mienta o exagere. Existen muy pocas personas que no manifiestan esta actitud en su adolescencia. Después de todo, en esta etapa las incertidumbres están a la orden del día y tienen que ver con una búsqueda del tipo persona que se pretende ser.