20 de abril de 2024

Como se recupera la panza luego del parto

Cómo queda la panza después del parto es todo un tema para muchas recientes mamás. Hay mujeres que tardan entre 9 meses y un año en recuperar su peso y fisonomía, otras que lo hacen antes y otras que no lo recuperan aunque pasen los años. Lo importante es tomarlo con calma y llevar una vida sana, conectándose con el propio cuerpo y con el bebé, sin tantas exigencias.

Recuperar el abdómen varía dependiendo de distintos factores:

  • La contextura física (si se es delgada o no, si la grasa suele acumularse en la zona del abdomen, etc.)
  • La genética 
  • La actividad física (antes, durante y después del embarazo)
  • La alimentación  (antes, durante y después del embarazo)
  • El aumento de peso durante el embarazo

Una mujer de contextura delgada, con una buena alimentación, que no aumentó demasiados kilos en el embarazo y que realizó actividad física de manera regular, lo más seguro es que recupere su peso y fisonomía antes que una mujer más sedentaria, que aumentó mucho de peso en el embarazo o que consume muchas calorías en su dieta habitual. Por lo general, se puede decir que la panza en el posparto se ve como a los 5 o 6 meses de embarazo porque el útero todavía no se contrajo y los músculos abdominales tampoco han regresado aún a su lugar.

Por otro lado, hay mujeres a las que les salen estrías durante el embarazo que se pueden hacer más visibles en el posparto. Las estrías son pequeñas cicatrices de la piel que se producen a causa del estiramiento y rotura de la dermis (la segunda capa de la piel) durante el embarazo o ante un aumento abrupto de peso. También, el cambio hormonal puede generar un debilitamiento de las fibras elásticas y del colágeno -que dan consistencia y resistencia a la piel-, favoreciendo las estrías.  Hay mujeres que no tienen estrías, ni antes ni durante el embarazo, hay otras a las que les salen en el embarazo, sobre todo en la zona del abdomen, y otras a las que no les salen en ningún momento. Esto depende de la genética y del tipo de piel, así como también de la alimentación.

En un principio pueden ser más notorias, de un color rojizo o morado, para luego aclararse hasta quedar de un tono marfil. Se pueden atenuar aún más con el paso del tiempo. Lo más importante es prevenirlas alimentándose bien, realizando ejercicios y utilizando cremas hidratantes todos los días, porque una vez que salen ya no se pueden quitar. Como tratamiento estético, hay sitios que ofrecen tatuarlas para que queden del mismo tono que la piel y no se noten tanto.

También, la línea alba (esa línea oscura y vertical que recorre la panza desde el pubis y que se hace más oscura en el embarazo) puede tardar en desparecer o volverse más clarita. La flacidez es otra característica en algunas mujeres. A medida que el útero va contrayéndose y la panza se deshincha, la piel alrededor del ombligo puede quedar más “flojita” y arrugada si hay tendencia a la flaccidez. A su vez, las mamás que tuvieron una cesárea también pueden notar que su abdomen quedó distinto debido a la cicatriz, sobre todo si fue un corte vertical.

La realidad es que han sido muchos los cambios a lo largo de 9 meses, y no solo a nivel abdominal, sino en todo el cuerpo:

  1. Podemos notar que las caderas están ensanchadas
  2. Que necesitamos remeras más amplias porque los pechos también aumentaron su tamaño
  3. Observar que nuestros brazos pueden verse más grandes, etc.

En todo caso, si nos alimentamos bien y empezamos alguna actividad física ni bien nos sintamos preparadas para hacerlo y cuando el médico nos de el alta, la recuperación será más consciente y sana. Además, si estamos amamantando al bebé, esto también puede ayudar a bajar de peso y a recuperar el abdomen. Las hormonas que se activan en este proceso benefician la contracción del útero para que vaya recuperando su tamaño (algo que suele tardar 4 semanas, aproximadamente); y, para su producción, la leche materna va consumiendo la grasa acumulada en el cuerpo, quemando calorías.

En el posparto, el cuerpo se va deshinchando al liberar el líquido acumulado a través de la orina, la transpiración (hay mamás que se despiertan empapadas en medio de la noche) y las secreciones vaginales.

Lo cierto es que la recuperación lleva tiempo, y puede suceder que esos últimos 2 o 3 “kilos de más” sean muy difíciles de bajar (hay especialistas que los atribuyen a “reservas” para producir leche materna, aunque no está demostrado científicamente). En el caso de querer hacer dieta, lo fundamental es hablarlo con el médico, sobre todo si estamos amamantando, porque en esta etapa necesitamos más calorías de las habituales para alimentar al bebé.

La faja postparto sirve para contener el abdomen durante esta etapa, tanto luego de una cesárea como de un parto vaginal. Sus beneficios tienen que ver más con una sensación de seguridad y firmeza para la mamá (no sentir que la panza “cuelga”) que con un cambio físico. Es decir que, usar o no una faja en el posparto no determinará que la panza vuelva a su estado más rápido o más lento. Hay mujeres que prefieren usarla y sienten que las ayuda, y otras que no la usaron, o la usaron poco tiempo, y recuperaron su abdomen normalmente. Luego de una cesárea, los médicos suelen recomendar la faja para colaborar ante movimientos que requieran utilizar los músculos abdominales, como al incorporarse, de manera de contenerlos y ayudar a que se cicatricen y cierren bien todos los tejidos.

En el caso de una cesárea, la cicatriz puede hacer que el abdomen se vea un poco más hinchado en la zona baja, durante un tiempo. Si bien actualmente no se suelen cortar los músculos abdominales durante una cesárea sino que se los separa manualmente, la recuperación del abdomen puede ser un poco más lenta en comparación a un parto vaginal debido al corte de los tejidos.

Muchas mujeres notan, varios meses después del parto, que su abdomen no vuelve a su estado habitual o que tiene una forma rara o distinta. Esto, en algunos casos, puede ser producto de una diástasis de los rectos abdominales (DRA). Esta diástasis, que es el desplazamiento de los músculos abdominales hacia los lados, sucede de forma natural en todos los embarazos debido al crecimiento del útero dentro del abdomen.

Lo normal es que los músculos regresen a su lugar con el tiempo, pero cuando esto no sucede, la panza puede lucir abultada o como “de embarazada” incluso años después de haber tenido al bebé, porque la pared muscular ya no la contiene como debería. A veces, la diástasis puede venir acompañada de otros síntomas como molestias lumbares, pérdidas de orina (porque el suelo pélvico quedó debilitado), molestias gastrointestinales, etc. Una consulta al médico permitirá evaluar si se debe a este problema y si es necesario hacer un tratamiento para revertirlo.