23 de abril de 2024

Las ventajas que tienen las autoinstrucciones en los niños

El entrenamiento en autoinstrucciones es una técnica cognitiva para lograr el cambio de conducta. En los años 60, el psicólogo Donald Meichembaum trató de combinar la técnica de solución de problemas con las ideas de Luria. Este último (neuropsicólogo) afirmaba que es nuestro lenguaje interno el que dirige y controla nuestra conducta. Las autoverbalizaciones (frases que nos decimos a nosotros mismos) guían nuestro comportamiento para ayudarnos a lograr el éxito en una tarea. La mayor parte de los niños lleva a cabo este proceso de forma automática, pero algunos necesitan aprender y entrenar esta habilidad.

En ocasiones, los pequeños encuentran dificultades a la hora de enfrentar una tarea. Olvidan qué pasos deben seguir, se distraen o no saben cómo empezar a abordarla. Aquellos infantes con problemas de impulsividad o déficit de atención son los más afectados, pero el entrenamiento en autoinstrucciones puede resultar de utilidad para todos los niños. A través de sus distintas fases, permite mejorar la capacidad de atención, planificación y organización. Ayuda a los menores a utilizar su lenguaje interno para dirigir su comportamiento.

Por lo tanto, el objetivo del entrenamiento en autoinstrucciones es enseñar al niño a dirigirse a sí mismo autoverbalizaciones útiles. Estas le ayudarán a tomar control sobre su conducta y a seguir los pasos necesarios para llegar a la meta. Las autoinstrucciones siguen una secuencia en la que el infante puede apoyarse para abordar la tarea de principio a fin. En cada momento del proceso, ha de dirigirse determinadas afirmaciones que le indicarán cómo actuar:

  1. Definir el problema: «¿Qué tengo que hacer? ¿Qué me preguntan? ¿Qué he entendido?».
  2. Análisis de tareas: «¿Cómo lo tengo que hacer? ¿Cuál es el primer paso? ¿Cuáles son los pasos siguientes?».
  3. Autocorrección: «Comprobaré el resultado, repasaré los pasos para asegurarme de que no he cometido algún error».
  4. Autorrefuerzo: «¡Me está saliendo genial!». «¡He detectado un error y lo he solucionado, estupendo!». «¡Lo estoy logrando por mí mismo!».

Para entrenar la habilidad de utilizar las autoinstrucciones, es necesaria la presencia de un adulto que sirva al niño de modelo. El procedimiento se divide en 5 fases que conducen a la adquisición progresiva de mayor autonomía por parte del menor:

  • Modelado cognitivo: el adulto actúa como modelo y lleva a cabo una tarea mientras se dice a sí mismo en voz alta cada cosa que va haciendo.
  • Guía externa en voz alta: el niño realiza la misma tarea que en el ejemplo anterior y el adulto le va dando las instrucciones.
  • Autoinstrucciones en voz alta: el infante repite la tarea, pero esta vez se da las instrucciones a sí mismo en voz alta.
  • Autoinstrucciones enmascaradas: en este paso, el niño ejecuta el ejercicio de nuevo mientras repite las autoverbalizaciones en un tono de voz muy bajo, susurrando.
  • Autoverbalizaciones encubiertas: por último, el pequeño lleva a cabo la tarea de nuevo, mientras dirige su comportamiento mentalmente, mediante autoinstrucciones internas.

Por ejemplo: Queremos que el niño aprenda a preparar la mochila para ir a colegio de forma autónoma. Para eso, deberá integrar las instrucciones: mirar el horario para saber qué materias tendrá al dia siguiente, agarrar los libros, manueles o cuadernos que corresponden, asegurarse también de tomar el cuaderno de counicaciones y la cartuchera, meter todo en la mochila y cerrarla. De esta forma, en primer lugar, el adulto modelará la secuencia de tareas. A continuación le dará las instrucciones al niño mientras él lo hace. Finalmente, el niño tomará el mando y se irá dirigiendo las autoverbalizaciones de un modo cada vez más interno.

Esta técnica ha demostrado su eficacia en el tratamiento de niños con impulsividad, hiperactividad, déficit de atención, problemas de ansiedad, y dificultades de aprendizaje en general. No obstante, en ámbitos educativos se ha aplicado con éxito de forma grupal para ayudar a los niños a automatizar hábitos y procedimientos de trabajo. En todos los casos, las autoinstrucciones conducen a que el menor tenga un mayor control de su conducta y pueda guiarla mediante verbalizaciones dirigidas a sí mismo. Para aumentar la eficacia, se pueden utilizar imágenes que ayuden a seguir las instrucciones. Pero, por encima de todo, lo más importante es ser constante en la aplicación de la técnica y generalizarla a más ámbitos de modo que se convierta en un hábito interiorizado.