19 de abril de 2024

Cómo debe ser el rol de los padres ante el desarrollo deportivo de sus hijos

La importancia del ejercicio físico es destacable en todas las edades en las que se practica: desde la disminución en los efectos del envejecimiento hasta el desarrollo de habilidades sociales en la infancia. Y, es en esta etapa en la que con más fuerza hace hincapié. Pero, por supuesto, en la infancia no se es completamente autosuficiente, así que es necesario el apoyo de adultos.

Desde hace unas décadas atrás hasta la actualidad, el deporte ha ido cobrando más relevancia en todos los hogares. La multitud de actividades extraescolares ofertadas por las diferentes organizaciones han hecho del deporte un ocio alternativo. Atrás queda la falta de involucración de los padres y madres en la práctica deportiva de sus hijos7as que salían a jugar al parque sin ningún peligro. Hoy en día, el interés de los padres ha ido creciendo poco a poco, considerando al deporte como una práctica beneficiosa para del desarrollo corporal, social, de la salud y del ocio de sus hijos, tomando así la práctica deportiva de cada miembro de la familia una importancia mucho mayor y ayudando a crear y fortalecer la sinergia familiar.

Esta práctica supone en muchos casos el compromiso y dedicación de los padres y madres que se convierten en el principal medio de transporte para acudir a entrenamientos y competiciones, ayudan a la recuperación física y psicológica en las lesiones y fomentar hábitos de vida saludables. La realización de uno o varios deportes en cada miembro de la familia genera un gasto económico y una organización familiar que va más allá de lo deportivo.

Que los padres y madres inviertan tanto tiempo y esfuerzo en el ejercicio físico de sus hijos e hijas no es tontería, y es que está comprobado que la práctica deportiva tiene innumerables beneficios: cuida nuestra salud física (mejora la circulación, fortalece el corazón, se oxigena mejor el cerebro…) y mental a través de la mejora de procesos cognitivos como la atención, la memoria o el lenguaje y del bienestar psicológico a través de variables como la autoestima o el autoconcepto, ayuda en el rendimiento académico gracias a su “poder desestresante” y motivador que sirve como refuerzo positivo, fomenta valores como respeto, cooperación, igualdad o tolerancia y supone una base de aprendizaje social entre otros.

El papel que los padres y madres deciden tomar en deporte de sus hijos e hijas será fundamental para su posterior desarrollo en el mismo, de ahí la importancia de evaluar y valorar la implicación de los jóvenes con su deporte. Dependiendo de las necesidades que el niño o la niña demande, los padres deben adaptar su estimulación en mayor o menor medida y hacia una u otra dirección para evitar situaciones de riesgo como el Burnout, lesiones o abonando de la práctica deportiva.

De igual modo, el rol del padre o madre no debe mezclarse con el de entrenador o entrenadora, ya que esto provocaría un conflicto intercontextual que afectaría en diferentes aspectos a la vida deportiva del niño o niña. La coherencia y cooperación deben ser la piedra angular de la relación entre ambos por el propio bien del deportista. Disfrutar del deporte, aprender con él y mejorar gracias a él, son las tres premisas fundamentes en los deportes de base que no deben ser mezcladas con las de alta competición o rendimiento. Términos que por desgracia, hoy en día están difusos en edades muy tempranas.

La implicación de que los padres y madres puedan dedicar a sus hijos e hijas en el deporte debe fomentar la práctica del mismo y contribuir al buen funcionamiento psicológico y mental del deportista convirtiendo el deporte en un lazo en común que proponga nuevas metas y aficiones conjuntas, que respete la autonomía del niño o niña y que consiga progresivamente el desarrollo integral del deportista a través de una unión paterno filiar estable y duradera.