29 marzo, 2024

Padres que buscan hijos perfectos

«A menudo los hijos se nos parecen y, así nos dan la primera, satisfacción…»  canta Serrat. 
Pero , lejos, muy lejos, de esta canción y de la fantástica letra compuesta por el canta autor catalán, está lo que muchos papás y mamás pretenden y buscan en sus hijos. Esta clase de chicos suelen ser presionados desde su más tierna infancia hasta la adolescencia (o de por vida, en varios casos). Lo más triste es que los padres no saben (o no son plenamente conscientes) del gran daño que les están infringiendo y que terminará dejando marcas en sus vidas cuando vayan creciendo.

Por supuesto, que si bien no tienen malas intenciones para con su chicos y, desean lo mejor para ellos,  al instarlos a superarse no buscan que los pequeños sufran. Sin embargo, detrás de la presión y las expectativas se esconden cuestiones no resueltas de los adultos en el pasado y además puede traer como consecuencia un ser acomplejado y que probablemente repetirá esa actitud con su propia descendencia.

En muchos casos, los padres no se dan cuenta de que al querer que sus hijos sean perfectos (como si la perfecciónrealmente existiese), los están formando de una manera que se replicará a lo largo de su vida. Por desconocimiento o repetir actitudes del pasado en vez de ayudar, crean un futuro adulto con muchos complejos, tristezas y sin la capacidad de aceptar sus errores, sin la capacidad de superar frustraciones y, con la gran posibilidad de que repita esa conducta en sus propios hijos.

¿Cuáles son las diferencias entre estimular y presionar ?

La delgada línea que separa estas dos acciones está basada en la ACTITUD. Si los adultos se conectan con los niños y participan de sus actividades el proceso se llama «ESTIMULACIÓN». Si, por el contrario, los deseos personales van por encima del bienestar del niño o, mientras se le exige,  el adulto está enfocado en otra actividad, como el trabajo o las tareas domésticas, a esto de denomina «PRESIÓN».

Un (mal) hábito del siglo XXI es que, desde temprana edad, los chiquitos tengan decenas de tareas extracurriculares: inglés, deporte, música, pintura, danza, etc,etc. Por un lado, esto se debe a que los padres trabajan muchas horas al día y no pueden hacerse cargo de ellos y,  por el otro porque consideran que de esta manera «sacarán lo mejor de sí mismos» (nada más lejos de la realidad misma y de la realidad futura de estos niños).

No está mal que hagan ejercicio o que sepan hablar una segunda lengua. Lo que puede no ser del todo correcto es «empujarlos» u «obligarlos» a que hagan algo que no les gusta o que se los presione de tal manera que si no son perfectos son: malos, desagradecidos o incompetentes. Porque, aunque no sean las intenciones, eslo que al niño le queda «grabado» en su cabeza, en su «memoria».

Antes de intentar lograr niños ideales habría que preguntarnos que entendemos nosotros por “perfección”.

¿No sería mejor que los hijos sean felices haciendo lo que les gusta? Por supuesto que hay una diferencia entre libertad y libertinaje. No hablamos de aceptar que dejen la escuela o que abandonen sus estudios porque SI.

Desear cosas grandes para nuestros hijos es algo típico de todos los padres. Sin embargo, ¿qué precio se debe pagar para conseguirlas? Hay que animar y estimular con palabras positivas y sonrisas a que nuestros hijos puedan dar lo mejor de si mismos más allá de los resultados. Nunca usar adjetivos calificativos negativos cuando no obtienen la mejor calificación. Y,siempre es mucho mejor preguntarles cómo les fue socialmente, con sus amigos y maestroas/os en el colegio, en vez de hacer énfasis en su rendimiento escolar.

De esta manera, como papás, estaremos criando futuros adultos que puedan sortear los obstáculos que se les presentan, que puedan sacar su máximo potencial sin compararse con el resto y, sobre todo, que sean felices con el futuro que eligieron.