29 marzo, 2024

Los chicos aprenden cuando quieren a quien les enseña

Francisco Mora, gran conocedor del cerebro y escritor nos describe el título de uno de sus libros como: “Sólo se aprende aquello que se ama”. Por eso, es importante que los docentes y educadores puedan tener algunas nociones básicas sobre cómo relacionarse emocionalmente sus alumnos y qué características del maestro hacen que el aprendizaje sea óptimo.

El apego se define como la manera en que nuestros padres se han relacionado con nosotros y este modo vincular nos permitirá relacionarnos con los demás, social y emocionalmente, tiene una serie de consecuencias, positivas o negativas, a lo largo de nuestra vida.

La teoría del apego fue desarrollada hace más de medio siglo por John Bowlby, médico psicoanalista inglés. Esta teoría se basa en estudiar la conducta del apego de los animales y de los humanos, la misma describe que todos los mamíferos superiores, entre los cuales nos incluimos nosotros, venimos al mundo con la capacidad innata de apegarnos a nuestra/s figura/s de apego para aumentar nuestras probabilidades de supervivencia. Podemos aseverar que figuras de apego seguras podrán ser las hacedoras de menores patologías en un futuro.

Muchas de las dificultades, patologías o trastornos que padecemos los adultos en la actualidad, se deben a un mal desarrollo del vínculo infantil. Pero la situación no es tan desesperanzada, dado que estos patrones de relación desadaptativos, que en el presente están provocando una manifestación de síntomas, se pueden modificar y reconstruir de una manera más sana, aun siendo adultos.

Las figuras de apego más significativas para un niño pequeño son sus padres y maestros. Es por ello que se hace necesario conocer cuáles son las características de una figura de apego segura. La gran mayoría de estudios que se han realizado desde Bowlby hasta la actualidad han llegado a la conclusión de que en torno a un 60% de la población tiene apego seguro, lo cual implica que 4 de cada 10 niños tiene un apego inseguro, con todas las consecuencias que tiene esto para el niño.

Podemos definir desde la teoría del apego cuales son las características del apego seguro para que los docentes puedan establecer una correcta relación emocional con sus alumnos:

  • Poder responder desde lo emocional: las respuestas que siempre les demos a nuestro hijo o alumno tenga una necesidad de tipo emocional. Consiste en ser contingentes con las necesidades del niño. Como figuras de apego debemos responder a todas sus necesidades. Pero no debemos confundir necesidades con deseos.
    Aquellos niños que tienen un apego seguro tendrán mayor capacidad en el futuro de tolerar la frustración y el estrés, tomarán mejores decisiones, aprenderán a autorregularse emocionalmente mejor y serán adultos más adaptados en sus entornos. En los casos de niños con apegos inseguros (evitativo, ansioso-ambivalente o desorganizado) nos encontraríamos las características contrarias.
  • Protección: La función principal de un apego seguro consiste en proteger infantes. Los niños, por definición, son dependientes y necesitan del cuidado de las personas que están al cargo de él (madre, padre, maestros, abuelos, etc). Nuestra obligación es ofrecerles entornos seguros y protegidos, que lo sientan así. Cuando un niño se siente protegido y en un entorno de seguridad, surgen las ganas de explorar lo que le rodea (curiosidad). En ese punto es importante que los maestros permitamos a nuestros alumnos que exploren y curioseen el lugar donde se encuentran. Si por algún casual ocurriera algo que causara miedo al niño y le hiciera sentirse desprotegido, nuestra función consiste en brindarle la seguridad que regrese lo antes posible al equilibrio y a la normalidad (homeostasis emocional). Generalmente, los niños que tienen un apego inseguro evitativo no son capaces de ser calmados por sus padres o maestros, ya que éstos no tienen dominadas las funciones de protección.

  • Autonomía: La autonomía se complementa con la protección. Tan importante para un niño es que sus padres y maestros le den seguridad, como que les permitan y animen a ser autónomos, es decir, a hacer las cosas por sí mismos. La autonomía será muy diferente según la edad de la que hablemos. Los padres o maestros sobreprotectores tienen muy comprometida la autonomía de sus hijos o alumnos. Por miedo a que sean autónomos o les pase algo, no les dejan “volar”, o probar nuevos escenarios o vivencias.
  • Ser reconocido: El concepto de ser visto incluye varias cosas. Un niño es visto cuando estamos con él al 100%, dejando a un lado lo que estemos haciendo porque lo que en ese momento tiene importancia es el menor.
  • Atención: prestar atención al niño con todos nuestros sentidos. Sabemos que en ese preciso momento, lo más importante es él/ella.
  • Afecto: tratar en ese momento con todo el afecto del mundo a nuestros niños. Reforzarles sus capacidades, felicitarlos, etc.
  • Normas y límites: el ser visto también implica ponerles normas y límites a nuestros alumnos e hijos.
  • Decodificación: La decodificación significa «traducir» en cierto sentido lo que el niño no comprende de la realidad para que tenga la capacidad de hacerlo. A partir de un hecho de violencia por ejemplo, la necesidad que un adulto con apego seguro, en este caso del ejemplo necesitan que alguien les decodifique lo ocurrido. Alguien se lo tiene que explicar. Tenemos la obligación de darles una explicación o una narrativa a lo sucedido. Cuando los niños nos preguntan algo porque necesitan saciar su curiosidad, tenemos la obligación de darles una respuesta adaptada a su edad (decodificar).