16 abril, 2024

La polémica en torno a la fertilización y la ovodonación

Existe una gran polémica en torno a los tratamientos de fertilización asistida. La publicación de un estudio australiano determinó que los bebés nacidos de pacientes que fueron sometidas a fertilización in vitro (FIV) e ICSI (inyección intracitoplasmática de espermatozoides) presentaron 7,2% y 9,9% de anomalías congénitas respectivamente, comparado con 5,8% en los niños que nacieron de embarazos espontáneos. Estos hallazgos van en consonancia con reportes anteriores, donde se halló que las pacientes que recibieron tratamientos de fertilización asistida presentaron mayor incidencia de anomalías en el nacimiento.

fertilizacion

Desde la aparición de la fertilización in vitro, y luego desde el inicio del ICSI, existen reportes numerosos con la finalidad de establecer la seguridad de estas técnicas. Lo curioso de los resultados obtenidos a través de estas investigaciones es que la infertilidad por sí misma aumenta sensiblemente el porcentaje de anomalías (cuando esas parejas concibieron naturalmente), con o sin tratamientos previos al logro de ese embarazo. Se entiende por infertilidad a la imposibilidad de lograr un embarazo por más de 1 año, aunque posteriormente al diagnóstico puedan lograr embarazo espontáneamente.

En el presente estudio se halló esto mismo: la infertilidad por sí misma, aún sin tratamientos, aumenta el riesgo de defectos congénitos en la descendencia. La pregunta obligada que se desprende de estas conclusiones es la siguiente: ¿es la patología que impide la concepción natural la que explica este aumento de problemas congénitos, o existe riesgo atribuible directamente a las técnicas utilizadas? En la actualidad hay evidencias de peso que explican muchos de los casos de “esterilidad sin causa aparente”. Algunas de ellas son patologías que se manifiestan en la calidad de los ovocitos o espermatozoides. También existen afecciones sutiles a nivel hormonal, que en realidad tienen un origen genético. Las parejas que realizan FIV presentan patologías que en su gran mayoría causan infertilidad de larga data, y por lo general más severas. Por ello, estas parejas son las más comprometidas de este grupo, que de por sí ya tiene un aumento natural en la tasa de defectos congénitos.

Mucho más claro es el caso del ICSI (el procedimiento que se aplica al factor masculino severo). Este grupo de pacientes presenta una alta incidencia de anomalías genéticas en el cromosoma Y (pequeñas faltas o fallas en el material genético que codifica la producción de los espermatozoides). En los casos más severos, estos pacientes no podrán engendrar un hijo a menos que se realicen este tratamiento. Estas anomalías estructurales seguramente no son gratuitas, y probablemente expliquen por qué son más frecuentes las anomalías congénitas en su descendencia. La pregunta que debemos hacernos es si estas técnicas producen un aumento de los defectos congénitos, además de la infertilidad en sí misma. Esto es mucho más difícil de responder, ya que la mayoría de estas parejas no concebirían en forma natural, a menos que se sometan a fertilización asistida.

fertilización y ovodonación

Si bien la infertilidad aumenta la prevalencia de defectos congénitos, las técnicas que se aplican para solucionarla pueden también incrementar los riesgos. Aunque, en realidad, lo que se atribuye a la técnica en sí parece ser pequeño. En la medicina ningún procedimiento está exento de complicaciones (hasta colocar un inyectable otorga un riesgo de infección en el sitio de inyección) y esto también se aplica a la reproducción asistida. En ese sentido, es importante leer y comunicar con cautela los hallazgos novedosos que se van produciendo, para no confundir a los pacientes, y brindar información cierta y completa en lo que respecta a los beneficios y riesgos derivados de estos tratamientos.

OVODONACIÓN

En nuestro país, se realizan 10.000 casos de técnicas de reproducción asistida al año. De este total, un 20% se hacen con gametas donadas, con una tasa aproximada de nacidos vivos del 40%, lo que nos da unos 800 nacimientos al año mediante este tratamiento. Pero pocos de esos chicos saben la verdad: sólo el 10% de las madres les cuentan cómo fueron concebidos. Así concluyó una investigación del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (CEGyR). Se centró en 115 mujeres que junto a sus parejas habían hecho un tratamiento de este tipo.

Esta técnica involucra a mujeres que llegan a los 40 años -o un poco más- con alguna falla para alcanzar un embarazo con los tratamientos convencionales; o mujeres que presentan baja calidad o cantidad de óvulos. Existen en el mundo varios estudios publicados sobre la donación de semen, y todas las conclusiones coinciden en que los hijos quieren saber por lo menos cómo fueron concebidos. Al mismo tiempo reclaman información sobre temas genéticos del donante. Lo mismo sucedería con la ovodonación.

Otros resultados llamativos de la encuesta: 

  • Cinco de cada diez mujeres declaró estar dispuesta a contar a sus hijos sobre el tipo de tratamiento utilizado. Pero, en los hechos, solo el 10% lo reveló.
  • Un 30% de las mujeres involucradas ni siquiera le contó al pediatra que su hijo/a había sido concebido por donación de óvulos. Algo importante desde el punto de vista de la salud actual y futura del niño.
  • Siete de cada diez mujeres que lo contaron, o piensan contarlo, consideran que no es bueno tener secretos de esta índole y que los chicos tienen derecho a saberlo.
  • Las que no lo cuentan manifiestan que no le ven sentido a hacerlo, ya que son ellas sus verdaderas madres.
  • Muchas mujeres no hablan del tema con sus hijos por temor a producirle un daño psicológico o romper el vínculo entre ellos.

No sincerarse puede generar en los padres un estado de sufrimiento. La dinámica familiar se ve alterada por este “ocultamiento”. Es frecuente que la culpa y el temor creen una relación que evite las confrontaciones con el hijo, que dificulte la puesta de límites y determine una menor percepción de las necesidades emocionales del niño. Hablar del tema  ayuda, descomprime, alivia. El hijo se parece a todos. Y sobre todo a la madre que lo llevó en su vientre, que lo trajo a la vida y que lo cría. El bebé se asemeja e imita a aquella persona que ve, siente e identifica todos los días. Esto es en verdad lo que convierte a un niño en un hijo.