18 abril, 2024

¿Depresión post-parto o parir en un sistema deprimente?

Los textos médicos y de psicología atribuyen la depresión posparto en primer término a las “alteraciones hormonales” consideradas “normales” en el posparto, pero ninguno tiene en cuenta que la principal causa de perturbación hormonal y emocional en el posparto son las intervenciones médicas realizadas durante el parto.

El tiempo ha pasado y el discurso no ha cambiado. Se siguen leyendo artículos, tanto de divulgación como en revistas científicas que insisten, todos ellos, en que las “perturbaciones” del estado de ánimo en el posparto y puerperio se deben, entre otras cosas, a: “fluctuaciones hormonales”, “cambios hormonales”, “cambios en los niveles hormonales”, etc. Pero no se encuentra ninguno que mencione que la principal causa de grave perturbación del estado hormonal normal en la mujer puérpera se deba a la brutal perturbación hormonal que se realiza en el transcurso de la asistencia medicalizada al parto.

La oxitocina sintética en el parto y el posparto, que inhibe la producción de oxitocina endógena y afecta a todas las hormonas con las que está en equilibrio. La epidural, que en esas circunstancias se convierte en inevitable, pero que inhibe la secreción de opiáceos internos (analgésicos y generadores de bienestar) y también altera el equilibrio. Otras sustancias no inocuas administradas bajo secreto sumarial y no registradas en las historias clínicas.

depresión postparto o parir en un sistema deprimente

Cabe mencionar también las cesáreas programadas, que se realizan sin mediar secreción de hormonas del parto. Las dificultades artificialmente causadas sobre la lactancia maternason otra consecuencia, y causa frecuente de desánimo, que viene a complicarlo todo. La mujer puede tardar semanas en recuperar el equilibrio hormonal normal en esa etapa, pero en cualquier caso ya se ha iniciado en la maternidad en un estado emocional/hormonal diferente de lo previsto por la naturaleza, se ha perturbado la calidad y la cualidad de la experiencia, y es inevitable que eso afecte a su estado emocional y de ánimo en el puerperio. Así es como funciona la psiconeuroendocrinología: todo afecta a todo. Cuando se interviene en una parte del sistema, se afecta a la totalidad. Una vez roto el equilibrio, se ha roto. Hay que recomponerlo.

También altera la experiencia, y por tanto el estado emocional/hormonal de la embarazada, emociones como el miedo, el sentirse desposeída de cualquier capacidad para tomar una decisión, y a expensas del personal médico y, lo que contenga el gotero, el sentimiento de indefensión. Hay “depresiones” que en realidad ocultan un sindrome de estrés postraumático, que puede deberse a la vivencia de una emergencia en el parto, pero lo más frecuente es que se deba al hecho de haber sido objeto de violencia obstétrica, ya sea en forma directa o indirecta, por la propia calidad de la atención, o por haber sido separada del bebé sin motivo. Otra causa es la ansiedad en el embarazo, siendo una de las causas principales el miedo por la salud del bebé, muchas veces inducido y sin razón.

Evidentemente hay mujeres que sí sufren trastornos emocionales por su especial predisposición, historia o situación personal y familiar u otras causas, además de lo que supone adentrarse en la maternidad en soledad y sin tribu, algo nuevo en la historia d ela humanidad. No por casualidad, estamos ante una situación casi exclusiva de las sociedades modernas. Cabe resaltar la poca atención que reciben estas madres en el sistema sanitario. Ya es hora de que el sistema comience a relacionar las causas con los efectos, especialmente cuando él mismo es una causa, a ser realmente respetuoso con las mujeres y con lo que la naturaleza ha diseñado para la ocasión, y dejar de calificar como defectuosa a la naturaleza femenina por tener reacciones normales ante situaciones realmente anormales, y encima abandonarlas a su suerte.