18 de abril de 2024

Cómo potenciar la creatividad en los niños

¿De que se trata ser creativos? Consiste en no detenerse frente a los obstáculos o cuando éstos surgen de forma imprevista. Se trata de ver infinitas posibilidades donde otros ven sólo una, de abrir nuevas puertas cuando otras se cierran. Cuando nos convertimos en padres, el desafío que tenemos por delante es transmitirles esa forma de ver la vida a nuestros hijos.

En materia artística, contamos con una serie de herramientas simples y concretas para despertar la curiosidad en nuestros hijos y su capacidad de maravillarse. Cualquier tipo de expresión original es valiosa, ya sea pintarse las uñas con un diseño creativo, cocinar una torta o tocar la novena sinfonía de Beethoven.

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Entonces, si creatividad y arte caminan de la mano, para que nuestros hijos se conviertan en las personas creativas que queremos, antes vamos a tener que ayudarlos a descubrir una expresión artística que los apasione. O, por lo menos, que les guste. Aunque después no se dediquen profesionalmente a ella y elijan las ciencias o los deportes. Pensá que el arte también les da la posibilidad de encontrar un lugar donde ser ellos mismos, de descubrir un sentido de la trascendencia en lo que hacen y de conectarse con un poder superior mucho más grande y benevolente. ¿Y qué mejor que el hecho de que todo eso lo vivan en la infancia?

Además, nunca es demasiado tarde , o demasiado pronto,  para comenzar con una actividad artística. Si nunca es tarde para los adultos, mucho menos para los chicos.

A la creatividad no podemos estimularla en los chicos si no la cultivamos nosotros primero. Para recuperar a la artista que hay en vos (esa que seguro alguna vez -¡cuando estabas menos ocupada!- existió), hacé una lista de cinco cosas que te gustaban y compartilas con tu hijo. Por ejemplo, si amabas escuchar a un grupo de música, poné un CD o DVD y bailá con tu hijo. Una vez que recuperes el entusiasmo, podés contratar una niñera 2 horas , o incluso, por qué no, salir a bailar una noche.

Los chicos necesitan jugar. Llevarlos a inglés, fútbol y tenis está muy bien, pero además necesitan jugar. En una cultura que se vuelve cada vez más rápida, competitiva y tecnológica, nuestro desafío como madres es proteger el espacio de juego de nuestros hijos. Eso sí, es importante que el juego sea realmente libre, que no tratemos de controlarlo ni de mejorar lo que hacen. Si nuestro hijo hace un dibujo, no terminarlo por él; si cuenta una historia, que el final sea suyo. Una forma de estimular estos momentos es tener en casa materiales. No hacen falta cosas caras, generalmente las mejores herramientas son las más baratas y simples: hojas en blanco, lápices, crayones, ropa vieja para disfrazarse, bloques de construcción, plastilina, instrumentos musicales, envases vacíos. Y es importante, en algún momento, expresarles tu apoyo: pedirles que te cuenten qué construyeron, colgar su dibujo en un lugar importante, escucharlos mientras cantan una canción.

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Sin desorden no hay creación. Ni juego. Vos misma seguro que nunca llegás a sentarte a leer ese libro que te regalaron porque siempre hay una toalla que levantar o una taza para lavar. Por eso, en algún momento, date por vencida y dejá que el caos gane la batalla. Al menos por un rato. Cuando tus hijos hayan terminado de jugar, tomá el tiempo que te lleva limpiar. Vas a ver que no es tanto, sobre todo si los involucrás a ellos: es otra tarea, que puede ser muy lúdica y creativa, ¿por qué no? Podés hacerlos jugar a “levantar juguetes en 72 segundos”: mientras vos controlás el reloj, ellos tienen que guardar lo máximo posible. Se van a divertir y, de paso, te van a dejar la casa ordenada.

Lo ideal es exponer a nuestros hijos a todas las formas de arte posible y dejarlos explorar libremente, sin transmitirles nuestras frustraciones (si cuando estabas en el secundario el profesor de coro se acercó y te dijo: “Vos mejor no cantes”, dejá la anécdota para contársela a tus amigas, no hace falta ni es recomendable que se la endoses a tus chicos). Desde que son chiquitos les podemos dar instrumentos musicales o llevarlos al teatro o a un museo de arte. También les podemos dar herramientas para pintar, esculpir, hacer jardinería, cocinar o crear historias. Lo esencial, en esta etapa, es que experimenten mucho y diferentes tipos de expresión. Ojo, no es importante que se “casen” con una de las opciones. Incluso cuando son más grandes, si un año quieren hacer circo, patín y canto y al año siguiente danza, comedia musical y fotografía, no te asustes. Los intereses de los chicos cambian, y además, descubrir la forma de expresión artística que más nos gusta lleva tiempo.

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Desconectarse. El acto creativo puede definirse como hacer algo nuevo, inventar algo de la nada. Sin embargo, si los dejamos, nuestros hijos podrían pasarse el día de pantalla en pantalla: de la tele a la compu, de la compu a la tablet, de la tablet a la consola de juegos. No existe el momento de la nada. Siempre hay un dispositivo tecnológico listo para proveerles contenido pensado y diseñado por otro. Toda esta parafernalia tecnológica es una verdadera “epidemia”. Y lo peor es que los adultos también fuimos contagiados. El remedio es simple, pero a veces nos cuesta: pasar un tiempo significativo cada día sin pantallas de ningún tipo, ni siquiera el celular. “Vos sos lo más importante para mí en este momento”, es lo que les estamos diciendo a nuestros hijos cuando apagamos el celu y hacemos algo con ellos. Y, por supuesto, limitarles la cantidad de horas frente a la pantalla.

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Los errores sirven y, mucho. Cuando los chicos comienzan a practicar una disciplina artística, a veces se frustran con facilidad. Si el dibujo no les sale, si le dan el papel a otro, si les cuesta sacar una melodía…, se enojan y quieren abandonar. Como padres, podemos enseñarles que el error es parte del proceso creativo, que los artistas exitosos no son los que nunca fallaron sino los que volvieron a levantarse y a intentarlo de nuevo. Todos los días, nuestros hijos ven en la tele logros increíbles, sin ningún tipo de información sobre los años de sangre, sudor y lágrimas que esas personas pasaron para alcanzarlos. Por eso, si tu hijo se obsesiona con un detalle que no le sale, ayudalo a ver el contexto más amplio y a seguir adelante. Los artistas que crean con libertad y luego corrigen son los más productivos. Y también los más felices.