24 de abril de 2024

Características de las madres y los padres tóxicos

Parece que algunos padres van más allá de los simples errores y manifiestan comportamiento perjudiciales que afectan al crecimiento emocional y la educación de sus hijos. Esto no significa que no les eduquen o los abandonen, sino que a veces, la forma de relacionarse con ellos y de ejercer como padres no es la adecuada.
No cabe duda de que cada familia tiene sus propias circunstancias. Pero tener un comportamiento dañino con los hijos no es justificable. Los padres tóxicos no parecen ser conscientes de que están educando a sus hijos de forma errónea. Y no sólo eso, sino que les están causando un daño severo que puede ser crónico.

Es evidente que los padres no nacemos con una guía educacional debajo del brazo. Todos nos enfrentamos a esos primeros llantos del bebé que no sabemos gestionar. Son dudas normales. El secreto es el apego, el cariño, la comprensión y la paciencia. Sin embargo, no todos los progenitores siguen este modelo de crianza. Los padres tóxicos realizan, por el contrario, una serie de prácticas que no son nada convenientes para el crecimiento óptimo del pequeño.

  • PERFECCIONISTAS: Algunos padres exigen y demandan a sus hijos la perfección. Son muy críticos con ellos y buscan únicamente que alcancen la excelencia en todos los ámbitos. Tal es su exigencia, que los niños llegan a sentirse humillados, ansiosos y desilusionados con ellos mismos. Esta manera de educar basada en alcanzar la cumbre, lo máximo, les hace estar muy tensos y angustiados. Además, el daño emocional que sufren es aún más profundo si sus padres les están recordando sus errores constantemente. La presión extrema les impide ser capaces de disfrutar de los logros que van alcanzando en su vida. A menudo, estos padres suelen planificar la carrera profesional de todos sus descendientes. Es su manera de controlarlos. Los obligan a vivir la vida que han construido para ellos y no dejan que sus hijos tomen sus propias decisiones ni tracen su propio rumbo.
  • HIPER PROTECTORES: son aquellos padres excesiva y compulsivamente protectores. Los que no dejan que su hijo acuda a un cumpleaños de un compañero de clase o vaya al cine con sus amigos por miedo a que le pase algo o a perderle. Son personas que temen la soledad, por eso, impiden a sus niños tener cualquier ápice de independencia. No quiere decir que lo más conveniente es dejarlos actuar su antojo, pero un excesivo control es tan dañino como una extrema laxitud. Es necesario que los niños vayan adquiriendo cierto grado de autonomía acorde con su edad. Es bueno dejarles realizar actividades fuera de casa. Sin embargo, los padres absorbentes les hacen sentir culpables solo por el hecho de que quieran estar con otras personas. Por supuesto, esta situación se agrava mucho en la etapa adolescente. Sobre todo cuando empiezan a aparecer amigos y novios.
  • COMPETITIVOS: es difícil de comprender, peri SI, existen padres que compiten con sus hijos. Por ejemplo, es común encontrar disputas entre madre e hija por pura rivalidad física o padres que ridiculizan a sus niños en el ámbito deportivo para sobresalir y destacar sobre ellos. Son normalmente progenitores que han visto frustrado algún tipo de sueño durante su infancia o han tenido padres que han hecho lo mismo con ellos. De esta manera, descargan la frustración que llevan acumulada durante todo este tiempo en los más pequeños. Es una manera de culpabilizarles de sus propias desgracias, una hiriente manera de descargar ira y rabia.
  • MANIPULADORES: adoptan una actitud manipuladora, ya sea consciente o inconscientemente. Por ejemplo: “Nadie te va a cuidar como lo hago yo. Como expertos en detectar vulnerabilidades y debilidades ajenas, se creen con el poder y el derecho de conseguir lo que quieren. Y todo ello, a costa de sus propios hijos. Se aprovechan de la inocencia infantil para hacer y deshacer a su antojo.
  • LOS “NO” APEGO: el apego es primordial durante los primeros años de vida del chiquito. El vínculo que genera el bebé con su madre, su padre y otras figuras importantes de su entorno, marca determinantemente su desarrollo posterior. Por eso, si los progenitores le privan de ese afecto, no le muestran ningún tipo de cariño o simplemente no crean algún vínculo emocional con él, las repercusiones pueden ser muy serias. El modelo familiar debe basarse en el amor y la confianza. Si se carece de esto, las relaciones sociales que mantenga en un futuro el niño serán muy infructuosas.

La imitación es la base del aprendizaje del niño. Por ello, todos los hábitos, costumbres y demás comportamientos los aprenden de los adultos sin apenas dificultades. Cuidado con lo que les mostramos a nuestros hijos: vocabulario, conductas, comentarios… Todo lo absorben y luego es difícil remendarlo. Los padres son modelos para ellos y los padres tóxicos, desgraciadamente, también. Ligado a esta idea, se encuentra la oportunidad que tenemos de enseñarles hábitos de vida saludables. Alimentarse bien, hacer deporte frecuentemente, no tomar alcohol o sustancias tóxicas, dormir las horas suficientes… Si no se inculca desde la cuna, es difícil empezar a hacerlo cuando se está ya sumido en otro tipo de rutinas.